Desde las primeras agrupaciones humanas, la confianza ha sido el elemento fundamental para conectar, comunicar y hacer posible la colaboración. Pensemos en un grupo de cazadores con un objetivo común, un grupo de recolectoras acumulando vegetales para sus familias, tribus nómadas moviéndose por el mundo, todos conectados por los hilos de la confianza entre ellos.
La confianza es la moneda de cambio de la humanidad. La confianza es codiciada por los políticos, las iglesias, las empresas, las fundaciones, los clubes deportivos, los artistas… La confianza se convierte en poder, en dinero, fama, fe, reconocimiento.
La falta de esa confianza es el caos, es la causa de los conflictos y los distanciamientos.
Desde que las personas nos empezamos a comunicar, compartimos necesidades, motivaciones e intereses en un ambiente de confianza. Cada conversación es un intercambio de ideas, puede tener un propósito, beneficiarios y perjudicados. Nos comunicamos mediante historias y las mejores historias son las que más se propagan y se adoptan en la sociedad.
Pensemos por ejemplo ¿Cuál es la historia que más confianza ha inspirado en el mundo?
Seguramente es «el dinero”.
Si digo que este pedazo de papel tiene un valor suficiente para intercambiarse con mercancías, servicios, comida, confían aquí y en China, personas de cualquier credo religioso, delincuentes o profesores, hablantes de cualquier idioma o que apoyen distintas ideologías políticas.
Así como el dinero, nuestra sociedad está llena de historias, unas con más y otras con menos partidarios de ellas.
El viaje que te propongo está lleno de historias de confianza; y lo creas o no, este viaje es la esencia del Marketing; y lo creas o no, no se trata de dinero.
¿Quieres contar historias que trascienden? ¿Quieres mejorar como persona, haciendo mejor a tu sociedad? ¡Acompáñame en este viaje!
Creamos historias para ganar confianza
Para orientarnos en nuestro recorrido utilizaremos un mapa que rodea 2 lugares y sigue 8 estaciones, en un bucle que finaliza en el mismo lugar donde empieza. Lo llamaremos el Bucle de Os.
Nuestro viaje inicia mirando el primero de los 2 centros. Ahí está una persona. Esa persona, como cualquiera de nosotras, tiene necesidades, problemas, preferencias, objetivos, sueños e ilusiones. Nuestro propósito es mejorar la vida de esa persona, ayudarla a encontrar lo que busca, contribuir con su felicidad, facilitarle la vida. Esa persona es el primer eje de nuestro trabajo y mientras más la entendemos, resulta mejor lo que hacemos para ella.
Ahora observamos el segundo centro, ahí está «nuestro motivo», por qué vamos a hacer este viaje, ¿qué nos inspira? Si nuestro propósito es mejorar la vida de esa persona que vimos, ¿por qué lo vamos a hacer? ¿Lo que hacemos es porque queremos ver a esa persona más segura, más cómoda, más educada, más alegre, más sana? Pensemos en una frase, una idea, una síntesis de nuestro motivo.
Una vez que sabemos quién es esa persona y por qué queremos trabajar para ella, empezamos a recorrer las 8 estaciones.
El bucle de Os
Dispuesta la mesa,
El anfitrión espera
Y llama a la gente
De 4 maneras
Contando historias,
Poniendo letreros,
Llevando tu mano,
Y por consejeros.
Hambriento verás
Lo que hay preparado
La silla está lista,
De muestra un bocado
Primera estación: la mesa
En este lugar preparamos todo para hacer realidad los sueños de esa persona. Imagina la mesa perfecta, bien decorada, iluminación y tamaño perfectos, con meseros atentos, entrega oportuna de los platos, una preparación impecable, aromas, sabores, sugerencias adecuadas. Como una película cuidada en cada detalle, de inicio a fin.
Segunda estación: el anfitrión
En este espacio te ves a ti mismo.
¿Quién eres, cómo te llamas, qué inspiras en esa persona? Cuando esa persona escucha tu nombre sabe que todo lo haces por ella, sabe que sus problemas son tus tareas y sus caprichos son tus retos. Cuando esa persona te ve, sus ojos se iluminan y sabe que eres la mejor opción, la única.
Tercera estación: las historias
Aquí encontramos los relatos, las imágenes, los recuerdos, todas las historias breves o extensas, que le cuentas a esa persona; todo lo que puedes hacer por ella, ahí empapelas paredes con soluciones, tienes una pizarra para explicar tus ideas, un laboratorio para demostrar tus experimentos. En este lugar esa persona entiende que tú tienes la solución a sus problemas y cómo le puedes ayudar.
Cuarta estación: los letreros
Para ser encontrado tiende juegos de luces de colores, flechas y grandes bocinas con sus melodías favoritas. Crea invitaciones y recordatorios, entrégalos gentilmente y en el momento propicio.
Quinta estación: la mano guía
Si el camino es largo, acompáñala de la mano y cuéntale lo que tienes preparado. Pinta cada paso en el camino. Ofrece un transporte guiado.
Sexta estación: los consejeros
Comparte tus historias en las aldeas y los pueblos. Y si sigue buscando, otras personas le contarán de tu mesa. Le dirán lo que probaron y lo bien que pasaron. Y algunos que ni fueron, hablarán bien de ti.
Séptima estación: el hambre
Cuando llegue, haz irresistible el plato, suelta sus aromas y preséntalo con todas sus cualidades. Entrega el menú… ¡Por un instante eres la única opción!
Octava estación: la silla y el bocado
Y antes de pensarlo mucho, ofrece una muestra y acerca la silla, todo está listo y la mesa dispuesta.
En el próximo capítulo descifraremos esta historia, paso a paso…