Es una de esas frases que te hace reflexionar profundamente sobre el impacto de nuestras acciones. En un mundo donde las palabras sobran y las promesas están en cada esquina, lo que realmente resalta es aquello que hacemos, no lo que decimos. Este principio, que resuena con tanta fuerza, no solo es aplicable a las relaciones personales, sino también al liderazgo, la vida empresarial y, por supuesto, el marketing.
El mejor legado que podemos dejar a nuestros hijos y a las futuras generaciones no es solo una herencia material, sino el ejemplo. Si queremos que nuestros hijos crezcan activos, comprometidos y saludables, es necesario que mostremos el camino. No basta con decirles que se cuiden, que hagan ejercicio o que mantengan la calma en situaciones difíciles; debemos ser nosotros los que demos ese primer paso.

El poder del ejemplo en los negocios
Esto aplica también en el mundo empresarial y, sobre todo, en el marketing. Si como empresarios, gerentes o líderes de un equipo, esperamos que nuestros colaboradores o clientes sigan nuestras estrategias, ideas y valores, debemos ser los primeros en mostrarlos en acción. El marketing no es solo una cuestión de palabras y promesas; es una cuestión de autenticidad y de hacer lo que decimos.
Tomemos como ejemplo la forma en que lideramos nuestras propias empresas. Si queremos que nuestros clientes confíen en nosotros, debemos demostrar que somos dignos de esa confianza a través de nuestras acciones, no solo en nuestra comunicación. No se trata de vender un producto; se trata de mostrar que lo que estamos ofreciendo está alineado con nuestros valores y principios, como un reflejo genuino de lo que realmente creemos.
Hacer, no solo decir: El marketing como ejemplo
Cuando hablamos de marketing, muchas veces caemos en la tentación de hacer promesas grandiosas sobre lo que nuestros productos o servicios pueden hacer. Sin embargo, el verdadero marketing no es solo hablar de lo que harás, sino mostrarlo mediante lo que ya has hecho. Los clientes no buscan escuchar lo que les prometemos, sino que desean ver lo que somos capaces de ofrecerles de forma tangible.
Es como en las relaciones personales: si les decimos a nuestros hijos que trabajen duro y sean constantes, pero no estamos dispuestos a levantarnos temprano, ir al gimnasio o mantener la calma en momentos de estrés, el mensaje pierde su fuerza. La coherencia entre lo que decimos y lo que hacemos es lo que construye la credibilidad y la confianza. Lo mismo ocurre con el marketing. Un ejemplo auténtico crea una conexión más profunda que cualquier eslogan.
La importancia de la acción en el marketing digital
En el ámbito del marketing digital, esto se traduce en la importancia de las acciones consistentes. En lugar de concentrarnos solo en anuncios o publicaciones rimbombantes, debemos centrarnos en generar experiencias de valor real para el cliente. Ya no se trata solo de generar tráfico, sino de ofrecer un servicio que respalde lo que estamos prometiendo.
Por ejemplo, si prometemos un excelente servicio al cliente en nuestras campañas, debemos demostrarlo en cada interacción con los clientes, ya sea a través de respuestas rápidas en redes sociales, atención personalizada o incluso en los procesos internos que permiten que todo funcione de manera eficiente. Si decimos que somos los mejores en lo que hacemos, debemos respaldarlo con datos, ejemplos y casos de éxito reales.
¿Qué sucede cuando aplicamos este principio?
Tomemos la siguiente analogía: si te vas al gimnasio para mejorar tu salud y bienestar, no solo estás esperando resultados para ti, sino también un cambio en tus hábitos que, de manera indirecta, inspiren a los demás a seguir tu ejemplo. Cuando te ven comprometido con tus objetivos, no solo lo dices, lo estás haciendo, y eso es lo que inspira a otros a hacerlo también.
Lo mismo ocurre en los negocios y el marketing. Si queremos ser líderes en nuestro sector, debemos empezar por ser líderes en acción. El marketing de ejemplo es ese que no se queda en el discurso, sino que se materializa en cada acción que tomamos. Al final del día, lo peor que puede pasar es que nos convirtamos en mejores personas, mejores empresarios, y mejores marcas.
El marketing, al igual que el ejemplo en la vida personal, se trata de ser coherentes entre lo que decimos y lo que hacemos. La acción siempre tendrá un impacto mayor que cualquier palabra. Si quieres que tu empresa crezca, que tus clientes confíen en ti y que tu equipo te siga, no solo hables de lo que harás, sino hazlo, tal como nos recuerda Goyo Jiménez: “No lo digo, lo hago”. Esta frase no solo es aplicable a nuestras relaciones personales, sino también a nuestras estrategias de marketing. Haz lo que dices, y el impacto será mucho mayor.


